ONGs: presencia en los países


HelpAge Camboya- Mayur Paul - HelpAge

folleto de HelpAge en Camboya – Foto: Mayur Paul (HelpAge)

Toby Porter, Director de HelpAge International y miembro de los consejos de otras organizaciones, ha publicado el artículo

Can we future-proof our NGOs?”.

 Trata de las maneras por las que las ONGs tienen presencia en los países en los que actúan y de cómo ello es importante para asegurar el futuro de las ONGs.

 

Por José Luis Trimiño

Toby Porter afirma que las ONGs internacionales tienen que reconsiderar qué significa –y qué implica- implementar sus programas en los países donde quieren operar.

Plantea también las opciones que se presentan cuando dos ONGs tienen afinidades. Hay dos opciones extremas: a) que sean complemente independientes operativamente y b) que se fusionen totalmente. Pero destaca que entre ambos extremos hay estadios y opciones intermedias, que conviene plantearse.

Señala que la práctica habitual de las ONGs es que cada una establezca su propia infraestructura de implementación y apoyo a niveles nacional o regional (“country offices”, “oficinas nacionales”, “delegaciones”). Afirma que eso no es ni eficiente ni sostenible. Y que, desde luego, las empresas no funcionan así. E identifica algunas tendencias innovadoras:

-Cada vez hay menos fondos libres o flexibles que permiten a una ONG cubrir costes de sus infraestructuras operativas (a pesar de que son razonablemente estables tanto los volúmenes de ayuda oficial al desarrollo -AOD- como los canalizados a través de ONGs).

-Por muchas razones –la mayoría, buenas- las ONGs locales tendrán cada vez más liderazgo en los procesos de desarrollo de los países.

-Muchas ONGs tienen cada vez más dificultades para atraer y retener personal para funciones clave de apoyo en sus oficinas nacionales.

Afirma que cada ONG tiene que focalizarse en aquello en lo que sabe, no en tareas de apoyo o logísticas que constituyen una de las actividades principales –en términos de personal y de presupuesto- de las “oficinas nacionales”.

Frente a esta solución tradicional de las “oficinas nacionales”, el artículo considera otras alternativas:

-La más sencilla es que varias ONGs se agrupen –bien de forma estable o bien ad hoc- para compartir funciones (en principio, de apoyo) y personal en una sola unidad, compartiendo servicios.

-El autor preconiza otro modelo: empresas sociales locales que proporcionen a las ONGs servicios de apoyo remunerados. Sería lógico que emergieran en países en los que hay mucha presencia de ONGs extranjeras e internacionales. Ello reduciría costes. Esas empresas sociales podrían ofrecer servicios (financieros, TICs, aprovisionamientos y operativos) mejores que los que las ONGs extranjeras pueden establecer y mantener por sí solas. Así, estas podrían concentrarse en lo que mejor saben hacer: conocimiento, innovación, políticas e influencia. Por otro lado, las ONGs locales podrían utilizar los servicios de esas mismas empresas sociales, lo que permitiría –a un coste razonable- que sus informes y prestaciones a los donantes fueran del mismo nivel que los de las ONGs extranjeras –actualmente, eso constituye una barrera para que las ONGs locales accedan a fondos de donantes.

 

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