Aprender de los fracasos


Hospital de Dangbó (Benín) – Imagen: Energía sin fronteras

En la Fundación Energía sin fronteras trabajamos por el acceso universal a la energía. Hacemos proyectos para colmar brechas y empoderar a las personas en las comunidades en las que trabajamos. También procuramos sensibilizar a la sociedad sobre el problema y empujar a la acción de otros. Intentamos que nuestros proyectos y actuaciones tengan éxito, pero aprendemos de lo que hacemos; también de nuestros errores.

Julia Tomei, Iwona Bisagra y Tash Perros han publicado en Next Billion un artículo que aborda esa cuestión: “Failing to Learn from Failure is Undermining Energy Access: Why the Lack of Transparent Discussion is Putting SDG7 at Risk”.

Foto: Energía sin fronteras

Señala que: 1) Bastantes proyectos orientados a contribuir al ODS 7 fracasan y 2) Demasiadas veces no se informa de esos fracasos. Como consecuencia, se repiten errores o enfoques ineficaces, sin que aprendamos de ellos -a nivel individual y colectivo. Apela a que los distintos actores involucrados colaboren y discutan abiertamente sobre lo que funciona y lo que no. Ello facilitará el acceso universal a la energía y la transición a una energía sostenible.

Por José Luis Trimiño                                                              28 de febrero de 2022

El artículo resulta del trabajo de unos investigadores del University College de Londres para averiguar: 1) qué significa “fracaso” para unos actores y otros, 2) qué fracasos ocurren y 3) por qué se habla tan poco sobre ello.

Empezaron estudiando documentos de proyectos de sistemas solares, generación fuera de red, cocinas mejoradas, biogás y otras tecnologías, en países de renta baja y media. Entre miles de artículos revisados por agentes externos, encontraron solo 37 que hablaran de fracaso; y aunque la tercera parte de ellos pretendían examinar el fracaso, ninguno daba cuenta de ello de primera mano.

Cita un caso concreto que conocían bien: un proyecto de biogás en el Chocó (Colombia), que buscaba dar una solución de cocinado sostenible a una comunidad aislada, abordando, al mismo tiempo, cuestiones de desechos. Para ello se instaló una pequeña planta de biogás. Al cabo de unos meses, esta dejó de funcionar, por problemas logísticos, sociales y culturales. Las lecciones aprendidas han quedado en los cajones y en los recuerdos de las personas que intervinieron; nada se ha publicado.

El artículo recuerda que entre los años 80 y los 2000, en América Latina hubo muchas iniciativas de sistemas de energía para zonas rurales -sistemas solares domiciliarios u otros- que se proporcionaban gratuitamente. Al ser regalados, los beneficiarios no los sentían como propios y no los valoraban. Unido a la poca capacidad local para el mantenimiento, ello llevó a que con frecuencia se abandonaran cuando surgían problemas de funcionamiento. Hoy, eso ya se ha aprendido colectivamente y se ponen en marcha con distintos modelos de negocio que implican al sector privado. Pero sabemos poco de los problemas que tienen los modelos actuales. Pone el ejemplo de Inyenyeri. A lo largo de la última década, esta empresa de producción y distribución en Ruanda se ha considerado una referencia en el sector del cocinado limpio. Pero en 2020 dejó de funcionar. Y se sabe poco de qué es lo que fue mal; apenas un artículo reciente.

Los autores y autoras del artículo resaltan -creo que acertadamente- la importancia de aprender de los fracasos. Señalan que el sector de energía y desarrollo no hace esfuerzos suficientes para ello, que eso hace que los potenciales financiadores perciban un riesgo alto y, en definitiva, sea más lento el avance hacia el ODS 7. Observan que las empresas que trabajan en energía y desarrollo suelen tener vida corta; lo atribuye a que frecuentemente intentan algo que ya ha fracasado, lo que lleva a proponer soluciones inadecuadas o a proveer servicios que tienen poca demanda.

¿Por qué no hablamos de los fracasos? Tras muchos talleres y entrevistas, el artículo identifica varias causas:

-Se percibe un riesgo reputacional elevado para la organización.

-La competencia por la financiación empuja a mostrar trayectoria de éxitos.

-Poca -o ninguna- obligación de informar acerca de resultados e impactos.

-Falta de honradez.

-Se celebran “éxitos improductivos”; por ejemplo, utilizando indicadores de resultado que tienen poco -o ningún- impacto real sobre el terreno.

Suele ser la cultura de la organización lo que determina si los fracasos se aceptan, si se esconden bajo la alfombra o si directamente se castiga a los considerados como responsables.

Tomei, Bisagra y Perros terminan con una apelación a que quienes trabajan en energía y desarrollo compartan los fracasos y, sobre todo, aprendan de ellos. Proponen que se elaboren repositorios de lecciones aprendidas. Eso facilitará la innovación y los cambios a mejor. Lo que ayudará a avanzar hacia el ODS 7.

En Energía sin fronteras tenemos una sistemática de hacer informes de lecciones aprendidas al final de los proyectos.

CC BY-NC-SA

1 comentario en “Aprender de los fracasos

  1. mildredgt

    Excelente artículo. Si se dejan por fuera los errores se dejan de aprender muchas lecciones y la tendencia será a repetirlos. Pienso que la principal razón se esto es que los errores son vistos como falta de habilidades cuando en realidad forman parte de la curva de aprendizaje, tanto de individuos como de instituciones.

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