La pieza clave para acabar con la pobreza energética: los subsidios


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En primer lugar, definamos qué son los subsidios. Son un incentivo generado por el Estado para reducir el coste de determinados productos o servicios, en este caso paneles fotovoltaicos, para hacerlos asequibles al total de la población. Ciertos bienes o servicios considerados necesarios pueden tener un precio de mercado demasiado elevado para sectores de la sociedad más desfavorecidos o pueden no estar disponibles en ciertas regiones y por tanto estar fuera de su alcance. Este subsidio eliminaría este problema tratando de respetar a la vez el mercado para no perjudicar al sector privado (al generar lo que se llamaría distorsión de mercado). El uso de los paneles fotovoltaicos independientes de la red eléctrica se espera que se dé por parte de cerca de 600 millones de personas en 2030.

¿Por qué sería tan importante este tipo de producto, existiendo redes eléctricas estatales que proveen de electricidad? Porque en muchos lugares y países, hay regiones aisladas, con bajos ingresos, de difícil acceso o están muy alejadas de la red estatal y la inversión pública es muy baja, por lo que necesitan una solución a corto plazo que cubra sus necesidades y les ayude a avanzar hacia una vida en la que se respeten y puedan ejercer sus derechos.

Este artículo es un resumen del estudio realizado por Sjef Ketelaars y Susie Wheeldon, miembro de GOOGLA, llamado “How end-user subsidies can help achieve universal energy access” y publicado en enero de 2021. https://www.gogla.org/sites/default/files/resource_docs/gogla_discussion-paper-subsidies_def_2.pdf

Juan Ignacio Martín-Buitrago Casado, colaboración especial EOI-ESF                08/04/2021

Según el tipo de problema al que se enfrente una comunidad concreta, ciertos tipos de subsidios pueden ser más efectivos que otros. Consideramos principalmente a) el subsidio al oferente (el fabricante), pudiendo estar condicionado a los resultados generados (RBF) o no estarlo, b) el subsidio al demandante (el usuario final) y c) la reducción impositiva.

Por ejemplo, en el caso de estar en un lugar remoto, un subsidio al demandante puede ser ineficiente, ya que le obliga a recorrer largas distancias teniendo una situación económica precaria y probablemente una infraestructura de transporte deficiente. Probablemente sería más eficiente un subsidio a la industria para generar economías de escala (reducción de costes por aumento en la producción) y, si incluimos la condicionalidad por resultados (RBF), aseguramos una mayor eficiencia y eficacia en el subsidio, ya que la empresa tendrá que demostrar la cantidad de compradores que cumplen las condiciones del subsidio para así cobrarlo. Por otro lado, esto genera problemas logísticos y económicos para las empresas que no pueden permitirse este gasto extra que supone la comprobación de los datos del comprador y la espera a la comprobación de sus ventas por parte del Estado para recuperar su dinero.

Históricamente los productores siempre se han opuesto a los subsidios directos a los usuarios porque supone una distorsión de mercado (estimaban que se podía contar con la disminución de los costes de los productos solares, las economías de escala y otros tipos de financiamiento para promover el acceso a la energía para los más pobres); progresivamente ha habido un cambio de opinión. Las soluciones privadas no han llegado a todos los estratos sociales y por lo tanto no son una solución definitiva ni total a la pobreza energética.

Sin embargo, la ineficiencia y la distorsión de mercado siguen siendo riesgos muy reales; veamos por qué:

Falta de comunicación con los subsidiados

Los subsidios, como comentábamos, pueden crear distorsiones en el mercado. Una de ellas, la pérdida de valor del producto del que se subsidia la compra. Sin una correcta comunicación, la bajada de precios creada por el subsidio se puede normalizar y generar la idea de que ese es el precio real del producto. Esto potencialmente genera un rechazo hacia el producto una vez que el subsidio sea eliminado, ya que el precio vuelve a su nivel original el cual sería percibido como excesivo.

Seguridad y claridad de mercado

Varios factores son necesarios para crear dicha seguridad:

Crear programas de subsidios con una mayor duración y envergadura (económicamente hablando) para así generar una mayor certeza sobre el futuro del mercado y permitir así integrar dichos subsidios en la estrategia de la empresa, lo cual generará una mayor eficiencia y sostenibilidad a largo plazo.

Eficiencia en la administración

Una administración más eficiente también es decisiva para dinamizar y dar seguridad de mercado. Un sistema complejo de verificaciones puede aumentar la eficiencia del dinero dado en forma de subsidios, pero también genera sobrecostes a la industria, que se ve obligada a reorganizarse para cumplir con nuevos requisitos, esto ocurre especialmente en los subsidios de tipo RBF. El sector privado propone la creación de un fondo que se encargue exclusivamente del correcto uso y distribución de estos fondos para llegar a una solución más eficiente.

Precisión al repartir el subsidio

Uno de los mayores problemas de los subsidios dados según las características del usuario final es el ser preciso a la hora de repartir los fondos. Se pueden dar subsidios según un área geográfica, según la capacidad económica, según determinadas características de la persona, etc. Todas estas opciones presentan ciertos problemas o bien de falta de infraestructura pública, de costes o de ineficiencia por insuficiencia de precisión. No hay una solución definitiva, todo depende del contexto.

Instituciones fiables

Un riesgo muy importante en ciertas regiones del mundo es el de desviación de fondos por parte de instituciones débiles o corruptas, o por parte de empresas que se ponen de acuerdo para modificar las condiciones del mercado (lo que es llamado colusión). Otro riesgo es la centralización de las ayudas en pocas empresas de gran envergadura. Dar las ayudas así reduce gastos de gestión al Estado, pero aleja el dinero de la industria y las poblaciones locales. Las grandes corporaciones pueden ser más eficientes, pero es más probable que no reinviertan los ingresos generados en la región.

En conclusión, los subsidios al demandante y al oferente (con RBF) son una herramienta con gran potencial en la lucha contra la pobreza energética a nivel global. Son necesarios programas y compromisos a largo plazo teniendo en cuenta la complejidad de cada región para llegar a estrategias eficientes y exitosas. Todos los actores, benefactores y beneficiarios, deben formar parte de los procesos de decisión y ser capaces de mantener las líneas de comunicación abiertas entre sí para llegar a soluciones más completas, complejas y más eficientes.

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